El Ayuntamiento de Valdepeñas de Jaén celebrará el próximo 18 de abril el Día de Valdepeñas de Jaén. Y entre los premiados destaca Francisco Javier Pérez Valderas, el protagonista de la sección ‘Valdepeñeros por el mundo’ de nuestra última crónica. Concretamente, recibirá el Premio Arum 2020.
Con motivo de este reconocimiento, vamos a recuperar hoy su paso por las páginas de Lugia y recordar qué nos contó entonces. Puedes leer de nuevo la entrevista completa aquí.
Francisco Javier es comandante del Ejército del Aire, destinado desde 2016 en la Academia General del Aire como instructor de vuelo y miembro de la Patrulla Águila. Durante su carrera ha participado en misiones en el extranjero como controlador aéreo avanzado. Dos de ellas, por ejemplo, Afganistán, donde dio cobertura aérea desde el suelo a las salidas fuera de las bases a los convoyes de vehículos del Ejército de Tierra. Además, como piloto ha participado en numerosos ejercicios internacionales en países como Noruega, Bélgica, Francia, Italia o Estados Unidos, así como en la misión de la OTAN en Libia evitando el uso de la aviación libia contra su propia población.
Compartió la sección con su mujer Rocío González Torres, también comandante del Ejército del Aire, especialidad piloto de combate. Rocío cuenta con un espléndido currículum a sus espaldas, siendo la primera mujer en tener 1.000 horas de vuelo y la primera en formar parte de la Patrulla Águila.
Ahora, Francisco Javier pasa sus días de trabajo en San Javier a los mandos del C 101. Por un lado, como profesor de vuelo de los futuros pilotos del Ejército del Aire. Y, por otro, como Águila 7 formando parte de las exhibiciones de la patrulla acrobática. Además, es profesor asociado de la Universidad Politécnica de Cartagena.
Para su entrevista, le preguntamos qué ciudades han dejado una huella especial en su recuerdo. Y esto nos contestaba: “La verdad es que desde que salí de teniente de la academia, mi profesión me ha llevado a multitud de países y ciudades, desde Corea del Sur a Las Vegas, pasando por casi toda Europa y Afganistán. Quizás este último país haya sido el que más me haya marcado personal y profesionalmente. Sin duda, es el lugar más alejado culturalmente de nuestra sociedad”.
Quisimos aprovechar también la oportunidad de preguntarle por aquellas personas que habían marcado su vida. “Sería injusto nombrar sólo a una. Intento aprender de todas las personas que me rodean, tanto las cosas buenas como las malas que no quiero repetir”, nos explicaba. Y continuaba así: “Seguro que muchos compañeros han marcado mi carrera, mis instructores de vuelo, y también cada uno de los compañeros caídos, de los cuales he aprendido a valorar cada instante de la vida y lo bonita que es. Tampoco sería justo no mencionar a mi esposa, compañera de trabajo desde un principio y de vida algún año más tarde”.
En cuanto a las anécdotas de su vida fuera de España que compartió con nosotros, vamos a destacar el día de su último vuelo a los mandos de un F18. “Estaba realizando mi última guardia en el bunker de Torrejón. España cuenta con aviones de alerta, para intervenir si en cualquier momento un avión no identificado o con algún problema necesita de su apoyo. Al atardecer recibimos una llamada, unos cuantos aviones rusos venían por la costa de Europa, se pensaba que iban con destino Siria, sin pisar nuestra zona de responsabilidad aérea, pero que, si lo hacían, debíamos salir a vigilar su tránsito. Y preparamos el avión. Recibimos otra llamada en la que parecía que todo quedaría en una falsa alarma, ya que parte de los aviones se habían dado la vuelta. Pero al final nos avisaron. Sobre las 4 de la madrugada la sirena del bunker comenzó a sonar y casi sin saber cómo me vi subido en el avión y a punto de despegar. Mi misión era proceder sobre la zona de Cádiz y esperar allí para dar el relevo a los aviones portugueses que vigilaban los bombarderos rusos. Y así lo hice, en unos minutos volaba sobre tierras andaluzas siguiendo por radio los movimientos de los aviones. Antes de sobrepasar Portugal los aviones se dieron la vuelta y pusieron rumbo norte, y a mí se me ordenó proceder igualmente bordeando la frontera lusa. En un momento los aviones portugueses avisaron de su falta de combustible, por lo que se me pasó con el control portugués y se me autorizó a cruzar parte del país vecino rumbo a aguas gallegas. A unas 20 millas de alcanzarlos tuve que avisar de mi cantidad de combustible, ya que si querían que volviese a mi base no podría seguir mucho más lejos, por lo que solicité continuar y repostar en Santiago de Compostela, pero los aviones rusos estaban próximos a abandonar nuestra zona de responsabilidad, por lo que me ordenaron poner rumbo a casa. Y así, dos horas y media después de despegar, aterrizaba del que sería mi último vuelo en el F18, pues ese mismo día saldría destinado a la Academia General del Aire”.
Por último, y como no podía ser de otra manera, Francisco Javier nos contó qué echa de menos de nuestro pueblo. “Sin duda lo que más echo de menos es a la familia que tengo allí, unos tíos que son como otros padres y unas primas como hermanas. Nunca he tenido la suerte de vivir en Valdepeñas, pero después de nacer allí, he pasado todas mis vacaciones hasta el momento de tener que repartirlas con el pueblo de mi mujer. Jornadas interminables de fútbol, días de caza con mi padre o de rutas en moto por casi todos los carriles de las impresionantes montañas que rodean el pueblo más bonito del mundo, mi pueblo”.
Os dejamos este vídeo de nuestro protagonista de hoy:
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