
Nuestra próxima crónica contará con una mujer protagonista en la sección que con tanto cariño realiza nuestro colaborador Jesús López, la de entrevistas a gente de Valdepeñas.
En esta ocasión ha hablado con Irene Romero Torres, una valdepeñera que ha roto todo prejuicio de que hay trabajos de hombres y mujeres y se ha dedicado con total vocación y dedicación a la ganadería durante toda su vida.
Una vez más, solo vamos a ir abriéndote boca de lo que Irene le contó. Tendrás que leer la entrevista completa una vez la crónica esté publicada. Eso sí, la espera merecerá la pena.
Irene, aunque nació de forma accidental en Arjonilla el 23 de mayo de 1937, tiene registrado su nacimiento en Valdepeñas. “Su nacimiento aconteció allí porque su padre participaba en el frente de Lopera y había insistido mucho en que su mujer fuese hasta allí porque quería verla. Aprovecharon la colaboración de algún amigo valdepeñero y aún estando en avanzado estado de gestación y en pleno estado de guerra, se desplazó hasta este pueblo, donde le sorprendió el parto”, nos cuenta Jesús. Cabe destacar como anécdota que Irene se llama así por su abuela paterna, Irene Cortés Montes, quien fuera prima hermana del Capitán Cortés.
Los padres de Irene, Juan Romero Cortés y Filomena Torres Rueda, tuvieron otros cuatro hijos además de Irene, Juan, Felipe, Pedro y Francisco. De todos ellos hubo de ocuparse Irene tras la muerte de su madre, que murió cuando Irene solo tenía 19 años. “Los años de posguerra fueron tiempos complicados, con muchas necesidades y bastante hambre que se fueron reduciendo, muy poco a poco, a base de muchísimo trabajo y un progreso social muy lento. No obstante, recuerdo los años de mi infancia como una niña muy feliz, porque mis padres, abuelos y demás familia me dieron muchos mimos, muchos besos y abrazos”, cuenta Irene, que recuerda que de pequeña jugaba con sus amigas al colache o a la comba o al yoyó.
Irene comenzó su noviazgo con Julián Extremera Montes un día de Reyes, concretamente el de 1956. Diez años después, se casaron y han estado juntos hasta 2017, cuando, lamentablemente, murió Julián. El matrimonio tuvo dos hijos, Juan y Julián.

Y han tenido dos nietos, Juan y Alejandro, fruto del matrimonio de su hijo mayor, Juan, con su mujer Mari Carmen.

En cuanto a su formación, como la mayoría en esa época, Irene solo asistió dos años a la escuela de doña Gregoria, a la que asistían solo niñas. De esa época conserva todavía amistad con sus compañeras, especialmente con Esperanza Peinado, la del Cortijo El Monte las Ánimas, su “mejor amiga” desde entonces. Como era también habitual, Irene dejó de ir a la escuela para ayudar a su familia en las cosechas y en la recolección de la aceituna, los garbanzos, el trigo, la parva y la paja, así como en otros trabajos agrícolas, como las hortalizas de la vega u ordeñando sus primeras cabras. Su aprendizaje se centró, por tanto, en las tareas agrícolas y las domésticas. Además, estuvo “aprendiendo para ser modista durante 5 años con Angelita Infante”.
Pero su inquietud por el saber ha hecho que, hace no muchos años, retomara su contacto con la educación a través de la Escuela de Adultos, practicando, entre otras cosas, las técnicas del cálculo, la lectura o escritura.

Cuando se casó, su vida dio un giro. Se fue a vivir al Cortijo La Alberquilla, en el término municipal de Campillo de Arenas, donde se adentró en el mundo de la ganadería y el pastoreo, aprendiendo de su marido y de su familia. Seis años más tarde, en 1972, arrendaron la finca y el Cortijo Los Barrancos, ya en Valdepeñas de Jaén. Y aunque en 1987 Los Barrancos fue comprada por el tesoro público y pasó a ser monte público, la familia Extremera Romero ha continuado con el arrendamiento al nuevo titular, la Junta de Andalucía, y a día de hoy siguen ejerciendo su actividad ganadera. Además, en 1990 arrendan el Cortijo La Umbría El Rayo, también en el término municipal de Valdepeñas, contando en total, con todas las fincas, con 690 hectáreas dedicadas a la ganadería y al pastoreo. Al principio, de cabras y ovejas; desde 2004 solo con ovejas. No en vano, su principal apuesta es la de la crianza de la oveja de raza montesina, en peligro de extinción, aunque también trabajan con la oveja segureña, todo ello en régimen extensivo y crianza totalmente ecológica. No en vano, su hijo Juan es el Presidente de la Sociedad Cooperativa Andaluza “Ventisqueros” y secretario de la Asociación Nacional de Criadores de “Oveja Montesina” (ACRIMON), constituida en 2003, que trabaja y lucha por poner en valor, conservar y recuperar las mejores características de esta oveja “sevillana, ojinegra o granadina”.

En la actualidad, tienen unas 700 cabezas de ganado ovino pastando, unos veinte animales machos que guardan una proporción aproximada de unas 20-25 hembras reproductoras por cada animal macho.
Preguntada acerca de su actividad en un mundo ejercido casi siempre por hombres, Irene afirma no haberse sentido una mujer rara, más bien con capacidad suficiente para practicar la ganadería en pie de igualdad con los hombres y, en todo caso, siempre ha sido consciente de que lo realizaba libremente por su condición y capacidades personales y porque ha querido mucho a su marido.
Lo único que podía preocupar a Irene de esta vida, aislada en cierta manera de la civilización, era la educación de sus hijos, por lo que decidió internarlos durante la etapa escolar en la Escuela Hogar de Valdepeñas. Pero para cuando esta no estuviera abierta o las circunstancias así lo demandaran, decidió sacarse el carné de conducir para poder llevar a sus hijos a la escuela sin la necesidad de tener que ir andando desde el cortijo. Así, en 1979, y con 42 años, se convirtió en la primera mujer valdepeñera en obtener la licencia de conducir.
No queremos finalizar este resumen sin recordar que Irene, hoy ya jubilada, ha sido reconocida, en la 74 Jornada Gastronómica EL DORNILLO, con el Premio al Mundo Rural 2021, como la MEJOR MUJER GANADERA DE LA SIERRA SUR. Sin duda, más que merecido.

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