Hace pocos días que nos dejaba don Félix Martínez Cabrera, un valdepeñero muy querido en el pueblo que fue nombrado hijo predilecto de Valdepeñas de Jaén. Era Doctor en derecho canónico, deán de la S.I. Catedral de la Asunción de Jaén 1971 - 2002 y prelado de honor de su Santidad.
Socio de honor de Lugia, tenemos mucho que agradecer a Félix con el último proyecto en el que hemos estado trabajando: las jornadas informativas sobre la fundación de Valdepeñas de Jaén ‘Grandes historias de un pequeño pueblo’.
Y es que, precisamente, Félix fue el precursor de esta investigación, aunque con la humildad que lo caracterizaba, nunca quiso darse ningún mérito a este respecto. Sin embargo, nos gustaría poner sobre la mesa la gran labor que realizó para que los orígenes de Valdepeñas fueran recuperados.
Os ponemos en contexto. Desde el siglo XIX estaban perdidos del archivo del ayuntamiento los documentos de la fundación del pueblo. Y es que, en ese siglo, eran muy frecuentes los expurgos de documentos, que se vendían al peso para hacer pasta de papel. Una actividad que hizo que se perdieran muchos documentos que hoy tendrían un gran valor.
Pero Don Félix consiguió recuperar algunos de estos documentos gracias a los familiares de uno de los secretarios el Ayuntamiento de principios del siglo XX (o finales del XIX). Documentos que sirvieron como base para que Félix publicara en 2003 el libro ‘Documentos de la fundación de Valdepeñas de Jaén’, editado por el Ayuntamiento. En el libro, Félix no dejó de agradecer a esta familia el poder haber tenido acceso a esos papeles.
Lo cierto es que antes de esa fecha muy poco se sabía sobre la fundación de Valdepeñas. Gracias a este libro, y habiendo tenido acceso a una copia del siglo XVII del manuscrito original, se descubrió que Valdepeñas es un hito muy importante en la historia de la provincia, que cuenta con sus propias fechas de origen y se ha podido tener acceso a una crónica de cómo se construyó y cómo se fundó.
Biografía de Félix Martínez Cabrera.
Félix nació en Valdepeñas el 28 de octubre de 1928, hijo de Águedo y María Teresa. Su infancia transcurrió en pleno contacto con el campo y la naturaleza, ámbitos que definirían su vida. A los doce años ingresó en el Seminario diocesano de Jaén, marcado por un profundo sentimiento religioso. Eso sí, siempre que podía visitaba su querido Valdepeñas. De hecho, de esa relación profunda con Valdepeñas nació la iniciativa del entonces alcalde Antonio Luna Ruiz, de sufragar una beca para estudiantes que se preparaban para el sacerdocio, beca de la que disfrutó Don Félix hasta 1953.
Tras cursar doce años de estudios en el Seminario de Jaén, alcanzó a completarlos con excelente rendimiento, siendo uno de los pocos “meritissimus” en los cuadros académicos eclesiásticos. Completó su formación con importantes conocimientos en filología latina y en literatura.
Recibió el orden sacerdotal el 14 de junio de 1953 de manos del arzobispo electo de Granada, Don Rafael García y García de Castro, en la capilla del Palacio Episcopal. Tomó como lema sacerdotal: Yo por Cristo sacerdote, Cristo por mi víctima. Celebró su primera Misa en Valdepeñas, el 26 de junio de 1953. En 1958 es enviado a estudiar a Roma por el obispo de Jaén, Don Félix Romero Mengíbar. Allí se matricula en la Pontifica Universidad Lateranense e inicia estudios en derecho canónico en el Pontifico Instituto Utriusque Iuris.
Desde 1970 formó parte del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral con la dignidad de canónigo doctoral.
En lo que Lugia respecta, es llamativa y debe recordarse su acogida y cariño a los jóvenes valdepeñeros que crearon nuestra asociación, con la que empezó a colaborar desde sus inicios.
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